Para iniciar una segunda fermentación en botella es necesario la adición de algún tipo de azúcar. El CO2 se genera gracias a la combustión de esos azúcares por parte de las levaduras.
Se puede carbonatar de varias maneras, pero las que nunca fallan son: la carbonatación con mosto (debidamente conservado o congelado) y la carbonatación con miel, ya que es un azúcar altamente fermentable, alrededor de un 99%. Con la miel debemos ser prudentes al escoger la variedad ya que aportará aromas y sabores, y debe engrandecer tu cerveza en vez de enmascarar el estilo.
La cerveza recién embotellada debe ser almacenada no superando los 20/22ºC durante 2 o 3 semanas (depende de la receta y estilo). Pasado este tiempo las botellas pueden ser refrigeradas para estabilizar la cerveza.
Si optas por el Kraeusening o carbonatación con mosto en nuestra tienda encontrarás el «Cervezómetro» con el que podrás calcular el porcentaje. Si prefieres carbonatar con miel, puedes añadirla directamente a la botella justo antes de la cerveza. Una buena medida es: 1,7ml para botellín de 33cl ó 4ml para botella de 750cl. Te servirá ayudarte de una jeringa graduada.
Debemos tener en cuenta que el proceso de carbonatación prosigue algunas semanas, aunque más lentamente. Si vamos a elaborar una cerveza con algunos meses de crianza deberemos añadir menos azucares.